16/6/09

Descrubiendo nuevas civilizaciones en mi entorno.


Al baobab de mi planeta, una especie de minipalmerita, discreta ella con su palmo de altura de tronco y sus dos palmos de hoja finústica, que compré en IKEA hace dos años y que milagrosamente aún continúa viva, le han salido setas. Es divertido ver una ciudad de pitufos en miniatura que se ha reproducido a la velocidad del rayo en dos días. La lluvia torrencial de esta tarde, y la aplastante humedad bochornosa en la que hemos vivido han contribuido a que esta urbanización en vías de desarrollo cada vez resulte más apetitosa. Lo curioso sería saber como han acabado creciendo y multiplicándose, en plan milagro de pan y vino, estos champiñones planos y corrugados en una maceta apoyada sobre el aparato del aire acondicionada dentro de un patio que no tendrá más de 20 metros cuadrados en el que nunca llega a dar el sol. Un ejemplo más de como la vida se abre paso en cualquier lugar que se le permita.

Tal vez sea la lluvia veraniega del 50 de mayo con sayo la que ha decidido darme un nuevo entretenimiento cerebral y tal vez, por fin, podre hacerme amiga de los gnomos que han decidido trasladar su residencia a mi humilde maceta. Al fin y al cabo es más divertido pensar que puedo expandir fronteras hablando con especies en vías de extinción o de reaparición que acordarme de que el tiempo, traicionero, arrastra los segundos para que sean más largos, recordándome a cada tic tac eterno que quedan 8 días para ingresar en el hospital.

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