25/9/09

3 meses después...

Superado el comienzo a saltitos, unos de avance, otros de retroceso, me quedan imágenes y sensaciones que creo me acompañaran ya en el resto de mi viaje.

A estas alturas lo que me queda no es precisamente una experiencia positiva, no se si lo que he ganado compensa lo que he vivido.
Aunque si puedo sospechar de algunos cambios que me están reubicando.

Los sabores son distintos, en su intensidad, en su variedad, en sus posibilidades. El abanico de experiencias culinarias se abre más que nunca a modalidades antes reacias a mi paladar; y sin embargo quedan de lado auténticos clásicos
de mi supervivencia. Me he convertido en una chica-refresco, antes conocida como alcohólica crónica, y por fin he comprendido porque la gente que no bebe no alterna en bares.

Los olores han ganado en matices, en profundidad, y han convertido en un placer pasear por una frutería a primera hora de la mañana. También ayuda los tres meses libres de humos, por mi parte, porque mi entorno al completo continúa fabricándolo a cada instante, que me están
devolviendo un pulmón más acorde a mi edad. Aunque la nariz aun se encuentra en proceso de acople al batallón metálico que la tiene sitiada. Ya voy notando los tornillos que poco a poco se afianzan en mi cara, y estoy aprendiendo a sonarme sin que mis nuevos inquilinos me obliguen a recurrir al calmante.

El oído ha dado más problemas que soluciones, cada vez estoy más sorda, pero eso ya venía de antes. El equilibrio sigue amenazando a cada paso que acelero, por lo que aun c
onservo en cada bolso un blister de antisicóticos para el vértigo.

La musculatura y la sensibilidad ya son cosa aparte. Parece que en estos tres meses he perdido casi todo el tono muscular de mi cara, un tanto lógico, creo yo, después del paraíso de pajita, zumito y puré. Un mundo blando blando no puede hacerte fuerte y duro.

El resultado es la disputa de patio de cole: el ortodoncista dice que voy con más de un mes de retraso, que mi tono muscular es cero, que la musculatura se esta atrofiando y que tengo que volver a las gomas, RESUMEN: quiere volver a bloquear la boca.
El cirujano por su parte, más tranquilo y amable que nunca, admite que no hay tono, pero que ya lo habrá, que queda mucho tiempo y trabajo por delante hasta que se pueda dar por terminado esto. RESUMEN: cree que bloquear es caminar para atrás.
Ambos coinciden, por una ve
z, en que mi dieta puede ampliarse sin fronteras, recomendando especialmente la ingesta de duros acompañados de calmantes. RESUMEN: hagas lo que hagas pontex bragas.

Cansada del paseo de lado a lado, y sin conseguir decidir a quien dar el gallifante del voto de confianza, he introducido en mi vida a un tercero en discordia: el osteópata que salvará mi dubitativo cerebro.
De momento en nuestra primera sesión no me ha d
ado la tabarra, no me ha puesto medicación, no me ha recomendado que haga cosas que me hagan daño... Todo lo contrario, me ha regalado una colección sensaciones nuevas y atrayentes, me ha hecho salir de su consulta caminando como un astronauta, más tranquila que nunca, y hasta con la extraña sensación de ser más alta y más ligera.
El escepticismo entorno a estas practicas es inevitable a priori, pero cuando compruebas como tu cuerpo es pura movilidad estando totalmente rígid
o sobre una camilla descubres que no hay nada como alguien que te mime la cabeza.

En el fondo, pese al tiempo y los cambios, sigo siendo una pies negros.



O ¿será que los zapatos destiñen?