28/7/09

De vuelta al antibiótico

Parece que efectivamente la cara crece de más, o al menos eso han decidido, y a esa frase ha acompañado la de -Volvemos al antibiótico-

Dichoso él, que se convierte en dos por uno porque debido a las longevas series de medicación de los últimos meses mi cuerpo a desarrollado un especial asco a este tipo de medicamentos, siempre acompañandolos con una infección vaginal, una divertidísima discreta proliferación de hongos en mis bajos fondos debidos al entusiasmo del antibiótico. En fin, caja de Augmentine = a caja de Canestén.


Por supuesto adiós a las expectativas de continuar avanzando el estado de salud de mi mudanza, que tras una regañina descomunal por parte de todo aquel que me rodea y que tiene más dedos de frente que yo para ver que agacharme y levantarme y mover cajas, discretamente y a escondidas como toda una superheroína de comic ("Tornillogirl y su cambio de hogar"), no es ni por asomo lo más recomendable dado mi estado inconsciente yayuno de convalecencia.
Resignación Tornillogirl, me he dicho, siempre nos quedará la cocina. Así que continúo divagando entre fogones sobre mi sueño de apertura del restaurante "Para chuparse los dedos" allá por frío del norte de Europa. Mientras, depuro mi técnica de mermelada de melocotón y papaya.

26/7/09



Continúo en mi peculiar devenir de transformación facial. Para arriba, para abajo, con ojo, sin ojo, con color o sin él, en la derecha o en la izquierda, a ratos voluble con más o menos volumen... en fin, que la dichosa cara no se está quieta ni un segundo. Supero el mes y sigo sin poder ver de verdad mi nueva cara... porque espero que este amasijo de bollos movibles no sea lo que me espera para el resto de mis días.

Esta semana ha vuelto la visita indeseable de la flojera nasal. Los puntos estarán en fase de terminar de autodestruirse, a lo James Bond, y mi cuerpo no ha encontrado un modo mejor de desecharlos que por la nariz. El olor a medicina dentro, o saliendo, de la pituitaria es un tanto desagradable y hospitalario.
Mañana toca visita al cirujano, me dirá que sigo sin tirar bien los besos y yo le diré que mi mente los lanza, pero que mi labio superior no los recibe, que se limita a sujetar el bigote que se multiplica hacia lo Fumanchu. Le comentaré, con cierto susto a la respuesta, que se le olvidó ponerme un tornillo y que quiero cerrar el grifo de la nariz. Le preguntaré que cuando puedo dejar la dieta de purés y me contestará que si creo que me he ido unas semanas de balneario para mejorar mi mordida. Le preguntaré que si me puedo subir en un barco, para irme de vacaciones a las islas, y me dirá que si, en uno de papel de periódico en casa. Para acabar le diré que estoy hasta el culo y él me contestará que hasta el pie, nos daremos un par de besos y nos desearemos feliz semana guiñándonos un ojo, mi señor Doctor House 2 y yo.

Mientras el mundo sigue girando, con Jesus ya caminando por el Himalaya, Paula con su Cum Laudem de sison a la plancha, el viento caliente meciendo los árboles asfixiados de la acera y yo feliz al pensar en mi nueva casita.

24/7/09

Un mes exacto

Hace un mes estaba ingresando en el hospital para entrar al quirófano a que me descuajeringaran la cara.
He visto operaciones similares en youtube, corrijo: sé que existen y he intentado ver algo, sin mucho éxito ya que a los tres segundos, más o menos, me empieza a doler todo y tengo que dejar de mirar la pantalla.

El regalo del mes ha sido despertarme con la cara hinchada de nuevo, esta vez por el lado izquierdo, con el ojo apretado como viene siendo costumbre cuando el moflete se emociona en subir en busca de las estrellas.

Ayer además, un día antes de cumplir mi primer mes de mordida de carnívora bípeda estándar, decidieron limarme los dientes de abajo. Esa fila delantera que acabada en sierra delataba mi extraña infancia y mi no uso de los incisivos. El Doctor Rivero me dijo que si tenía que esperar a hacerlo de forma natural, como lo hacen el resto de los mortales tal vez tendrían la apariencia de los de todos cuando ya se estuviesen cayendo para dar paso a la dentadura postiza de plástico. Así que adiós sierra, sin previo aviso, sin ningún instante de intimidad para despedirme de esas dentadas y afiladas protuberancias que han adornado mi sonrisa por 27 años. 
Un mes después sigo pensando que sabiendo lo que sé no me volvía a operar...habrá que esperar al año para ver si cambio de opinión.

22/7/09

la obra de ingeniería

El lunes tocó de nuevo visita con sorpresas...había que repetir todas las pruebas para que reevaluen pasado, casi, el mes mi estado y la posibilidad de sacar el culo de casa de mi madre.
Tras tres horas de paseos por pasillos, colocar la cabeza en aparatos y tirones por parte del fotógrafo para poder sacar todos los dientes en una misma foto, me entregan la carpeta y las ansias se apoderaron de mi mano mientras baja las escaleras del edificio camino a la calle.


Me han convertido en una pizarra donde aprender a escribir cuatro letras mal hechas: Y, L, J, y otra y griega del revés (por decir algo). 17 tornillos, con sus cabezas en x y sus respectivas miniplacas de titatanio para juntarlos. Si no me crees pincha en la imagen para agrandarla y contempla el trabajo de carpintería que tendré que llevar conmigo el resto de mi vida.
Bien mirado creo que se les ha olvidado ponerme uno (ahora si que podré decir la famosa frase: "me falta un tornillo" sabiendo que no es ninguna supuesta figura literaria), bueno más bien prefiero pensar que han decidido ahorrarme el dolor de ponerme un tornillo que realmente no necesitaba, ¿o si? Socorro ¿y si se me escapa el maxilar un día mientras hablo, como si fuera una abuela perdiendo, descuidada, la dentadura postiza?
Menos mal que ya soy una pitadora profesional y puedo darme al tráfico aéreo internacional de cosas, siempre y cuando me entren en la boca, osea que ya me estoy olvidando de mover kalashnikovs.
Lo más gracioso del asunto es como quedan de simétricos, de lado parece que solo tengo dos bloques de tornillos, porque han tenido el detalle de atornillarlos exactamente a la misma altura a cada lado.



La boca sigue teniendo una caída con pendiente un tanto pronunciada, lo que imagino, me seguirá volviendo propensa a la escapada masiva de baba, especialmente por la noche. Era lógico esperar que habría algunas cosas que no cambiarían.
Pero, y aquí llega la joya de la corona, ahora puedo hacer algo que nunca en mi vida he hecho y que ni si quiera he llegado a imaginar bien como sería: CERRAR LOS DIENTES.

Ahí están, en fila india, todos agarrados de la mano, prietos y juntos como nunca. Con la encía de arriba un poco filetazo aun, pero en fin, que queréis, hace un mes que me han operado.

15/7/09

Entre pajitas y scrables anda la vida

Los días transcurren, eternos en su devenir, inconstantes en sus reacciones. La cara oscila a ratos haciendo entretenido el comentario continuo, las suposiciones varias e incluso, en los momentos más atrevidos, las apuestas entre los que me rodean.
La mañana, según me levanta, suele ser uno de los momentos más críticos del día con dos consecuencias: la que se ve, la cara más hinchada a trozos y aplastada a otros; y la que se siente, el acartonamiento que me obliga a creer cada mañana que llevo puesta una careta que me tapa de los ojos a la barbilla. Son curiosos y complicados los calambres, sobretodo los que recorren el paladar por dentro, en el hueco que quedó después de la operación y que se está regenerando ahora poco a poco, muy poco a poco. Un espacio en el que a veces pienso que se han dejado una loncha de queso aposta para transformar mi maxilar en un San Jacobo listo para freír.
Las tardes van mejor, la cara se relaja y los labios se cortan, pero existe el cacao a granel en el cuarto de baño, amarillo y graso con olor a vicvaporus, pero prodigioso en cuanto a cicatrización se refiere.
Las noches me suelen dar la vida, aunque la cara duele más, los puntos tiran, la tripa se revuelve y a veces tengo la sensación de acabar de bajar de una montaña rusa larga de más, es el momento en el que recupero salir a la calle, el caminar con el viento escaso pero intenso para mi (triste cuitada que vivo en esta prisión...). A veces me paro en una esquina, con los brazos estirados dejando que esa mínima brizna de aire recorra cansada todo mi cuerpo mientras mi novio me aguanta, tal vez pensando que no le queda otro remedio.

Lo más curioso sin duda está siendo redescubrir los sabores. Ahora que mi estómago parece tolerar la comida, sin excesiva sacudida interna, estoy disfrutando del infinito sin fin mundo de los purés licuados combinados. De la lombarda con judía blanca y arroz, a la zanahoria con calabaza y judía verde, o el calabacín con champiñones, puerros y tofu; el mundo del puré licuado ofrece posibilidades curiosas y coloridas. A ratos tengo que volver a oler el bol para comprobar que no me estoy comiendo un bote de pintura. Los sabores se multiplican dentro de mi boca y la lengua, cada vez más despierta y menos tímida, se atreve a enfrentarse a ellos con el placer de una entusiasta primeriza. Aunque hoy estoy de celebración, con bastante torpeza y dificultad, estoy estrenando mi primera cuchara. Valga la redundancia a la cara de bebe que se me está quedando hay que añadirle el comer con una cuchara especial de silicona de Chicco, por aquello de los calambres y la falta de costumbre. Es extraño verte como un bebe crecidísimo de más, entradísimo en años para estas tecnologías, intentando comer con cubiertos como si fuera la primera vez en su vida y sintiendo, con cierto decoro, que la mitad de lo que ingiere se le escapa entre la comisura de los labios aun dormidos. Que decir, todo un espectáculo.


7/7/09

Chocheando del tó


Desde que mi estado de abuela chocha avanza y se multiplica cada vez que me doy un paseo a la manzana a paso tortu, con la caja de tissues en la mano y el séquito preguntando que como voy, me estoy dando a las tareas yayiles. Entre el licuado y el colado de purés con colador metálico, a la vieja usanza, el limpiado exhaustivo de nariz y boca con suero fisiológico y derivados varios, y la ingesta de cualquier comida vía pajita o jeringa, últimamente he añadido la tarea de costurera en paro.

He decidido hacerme un Quilt, o un patchwork, voy cuadrito a cuadrito, con el afán de unirlos para hacerme una funda de edredón algún día. Voy a buen ritmo, hay que reconocerlo, en un par de días ya tengo casi cinco rectangulillos, todos un poco entorno al momento en el que me encuentro porque la idea tenía su tinte romántico: cuando sea vieja, en mi lecho de muerte, mientras la baba me cuelga y el ojo derecho bizquea discretamente, llamaré a mi nieta la mayor y le daré el edredón explicándole que la abuela lo cosió con esmero mientras soportaba la convalecencia de un posoperatorio largo y pesado durante el cual Michael Jackson murió, Amstrong le quitaba el puesto a Contador, Honduras sucumbía al golpe de estado militar, la selección española perdía su primer partido, la gente se bronceaba en sus vacaciones playeras y yo vivía pegada a una pajita.

6/7/09

A ratos

Me comunico poco porque mi vida estos últimos días ha sido a ratos, o a ratitos, dependiendo de las horas del día. Tan pronto estoy decidida a cruzar el Nilo a nado y el mundo a pata, como que tres segundos después tengo que sentarme corriendo porque la cabeza me pesa y el mundo me marea.

En general tengo ciertos problemas para comer, no por falta de hambre, que de esa tengo mucha, demasiada si me apuras, sino por problemas de estomago, que el muy delicado ahora no está demasiado conforme con nada. Así que todo lo que baja tiende a subir. La forma de subida es variable, pero la elegida en dicho momento se transforma en reiterativa, ya sea arcada, gas, nausea... Teniendo en cuenta que tengo un cuerpo con un saque capaz de vencer a todo un equipo de sumo al completo, el mantenerme a base de zumitos y licuados varios y variados, a sorbitos de pajita o a jeringuillas de diez no me aporta demasiada energía como para nada. El simple hecho de levantarme de la cama y darme una ducha ya empieza a ser una marathon de 50 kilómetros con cuestas.

Las visitas a los médicos también se han sucedido estos días. Al quirófano para quitarme los fiadores, los alambres que sujetaban todo en su sitio, y de carrerilla al día siguiente a que me arreglaran las gomas, que se habían saltado tres brackets y en tres segundos tenía la mandíbula en la oreja. Es curioso como mi pobre boca no es capaz de encontrar donde tiene que cerrar. Me pierdo y me agobio en ese sentido con facilidad. El ruido también es bastante incomodo. No me acostumbro a que los dientes chirríen, reíros vosotros que estáis acostumbrados, pero cuando llevas 27 años cerrando solo 3 dientes, nunca has experimentado que los dientes son capaces de hacer ruidos, que a estas alturas me resultan tremendamente incómodos, como cuando alguien rasca con un tenedor un plato o araña una pizarra con las uñas.

He de añadir el cansancio mental que me acompaña. Estoy acostumbrada a estar sola, a mi aire, a mi ritmo y, de repente, sin tener mucho tiempo para procesarlo, estoy viviendo otra vez con mi madre, cosa que hace ocho años que no hacía, y durmiendo todas las noches con mi novio, cosa que no hacía desde hace dos años.

Me sorprendo a ratos pensando en comprarme una túnica y hacerme budista, muy lejos de aquí, reina del silencio más absoluto en búsqueda de mi paz interior.

2/7/09

que haríamos sin madres


El que invento la frase "no hay nada mejor que estar en casa" tuvo un instante de plena inspiración. En casa uno no se siente ni una cuarto de lo enfermo que se siente en un hospital. Si no duermes por la noche no se nota tanto, que no te apetece la visita de turno te paseas al baño, si tienes sed puedes ponerle un hielo a la bebida para que parezca más exótica. En fin, que se está infinitamente mejor.

Pero no solo estar en casa, tambien estar con tu mami. La mia se está portando como una autentica valiente, que se atrevió a verme la cara desde el primer instante, que estuvo a mi ladito, sin tocar mucho, por si acaso, desde que me ingresaron, y que sigue estando aquí, después de haberle invadido la casa e incluso la habitación.

Lo curioso del asunto es que ayer por la tarde le quitaron un quiste de la boca, de la parte delantera del maxilar y le han dado 11 puntos. Creo que hasta esto lo ha hecho por mi, ahora es la que mejor puede entender lo que tengo dentro, en escala pequeñita, pero parecida, con su nueva cara de ratoncillo de campo.

Gracias madre por estar conmigo, porque siempre seremos robles bien puestos luchando contra las desavenencias cara a cara, porque nada nos asusta y somos valientes como nosotras solas...y además porque, como te decía de pequeñita, siempre seremos princesas de algún paraíso.