30/6/09

La Gheisa y el Sumo




Para los que les gusta seguir la evolución de las formas deformadas o la involución de la formación de las formas, he de decir que del estado ardilla recolectora pasé al estado Falete, estado al que ayuda el moño alto para tener la cabeza apoyada en la almohada. Cuando mi madre se dio cuenta del parecido casi le da algo, así que siguiendo el consejo del médico, que veía que empezaba a deprimirme, y eso era algo que no me podía permitir, y con el afán de perder todo rastro de gitana faletera de mi cara, me metiéron en la ducha.

Una ducha en un hospital siempre es complicada, pero cuando cuentas con un entorno abstracto la cosa se pone aún más difícil. La enfermera me precinto el brazo de la vía, con un plástico blanco de la muñeca al sobaco, lo que me dejó el brazo izquierdo inútil. Mi tía Tere, peso plumilla, porque pluma se le queda un poco grande, se subió al borde de la bañera para poder sujetarme la sonda de la nariz, que con lo torpes que estábamos corría riesgos de inundación, y para lavarme la cabeza desde las alturas. Entre que Tere iba vestida con una camisa china de cuello Mao y yo, que con mis formas generosas, como dice Rafa, y mi cara de Falete, parecía un Sumo, el baño era de lo más exótico. Mi madre no paraba de reírse viendo la improvisada estampa de Gheisa lava sumo en la minibañera del hospital. Todo un cuadro, que se remato con mi madre embadurnándome de crema por todo el cuerpo como si mi piel cansada fuera capaz de asimilar medio kilo de nivea de golpe.

He de reconocer que en el caso de las duchas la experiencia no es un grado, porque en el hospital me he duchado cuatro veces y en todas hemos repetido el istriónico despliegue de absurdeces en fila en la habitación de los hermanos Marx chapoteando en los charcos del suelo.

1 comentario:

  1. Me ha resultado muy curiosa tu terapia, yo, tengo la mía propia, aun que yo escribo para desahogar mi frustración ante este mundo que nos ha tocado vivir. He estado repasando Tida tu historia, desde el día que decidiste hacerte la intervención y me quedo con tu sonrisa el día que llegaste al hospital. Y que ya le gustaría a Falete estar como tu cuando saliste del quirófano, ja, ja, ja… Y a la duquesa de alba lo que se adivina en la radiografía de tórax, ja, ja, ja…
    Y que me alegro que la cosa siga su curso y que aun que pases por momentos de agobio, ya veras como todo acabara bien y feliz.
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